En Japón, los chicos van a la escuela de lunes a domingo desde las 7.30 hasta las 18. La escuela pública es paga y la privada se considera de calidad inferior. Estos aspectos, que parecen curiosos para las costumbres argentinas, son una parte de las enormes diferencias ente la educación de nuestro país y la de los japoneses. De ello dio testimonio, durante una visita a su Tucumán natal, Ana María Kokena, docente integradora de dos escuelas de Nagano, a 250 km de Tokio, donde vive desde hace 20 años.

La escolaridad obligatoria (jardín, primaria de seis años y secundaria de tres años) cuesta el equivalente a unos 200 dólares mensuales. No hay repitencia en este ciclo, y cada nivel funciona en edificios distintos.

Kokena explicó estas características durante un diálogo con chicos de 5º grado de la Escuela Mitre en el marco del proyecto "Lazos de Amistad entre alumnos de Japón y de Tucumán". Para ingresar en el ciclo superior del secundario, donde se dictan orientaciones específicas, se debe rendir un examen muy estricto y reunir cierto puntaje. "Los que desaprueban deben esperar un año para volver a intentar o bien ingresar en una escuela privada, cuya educación es considerada de baja calidad", dijo la docente. No obstante, tienen que hacer el esfuerzo porque no pueden trabajar sin haber finalizado el secundario.

"Las escuelas japonesas están ocupadas en atender los problemas de aprendizaje de los chicos, ya que a raíz de la independencia de la mujer y de su ingreso en el mundo del trabajo, abandonan durante muchas horas el hogar, y los hijos sufren las consecuencias: problemas de conducta, síndrome abandónico y pánico. Por ese motivo, entre otros factores, se está replanteando volver al sistema escolar de cinco días -de lunes a viernes-, para que los niños puedan compartir más tiempo con la familia.

En Japón, los sábados se enseña un instrumento musical y los domingos, los alumnos hacen actividades deportivas. "No se concibe que los niños estén en la calle sin hacer nada", dijo.

Además, todos los días se hacen salidas, ya sea a un laboratorio científico, a la oficina de Migración, o a la Municipalidad. "El objetivo es que el chico aprenda a moverse en el mundo a partir de la experiencia", dijo. Los alumnos vuelven a la casa a las 6 de la tarde, y la mayoría asiste a clases particulares, porque los padres no pueden ayudarlos con las tareas.

El almuerzo lo toman en la escuela y por la tarde suelen estudiar idiomas. "El inglés es la primera lengua extranjera y ahora también se está enseñando español, que a los japoneses les parece más fácil y más bonito", afirmó Kokena.

Algunos chicos caminan entre res y cinco kilómetros hasta la escuela, porque están acostumbrados a caminar y porque tienen prohibido usar bicicletas.

Según Kokena, alrededor del 40% de los que terminan el Bachillerato ingresa en la Universidad, que implica un gasto de alrededor de 6.000 dólares por semestre.